¿Sabes vender bien tu empresa?

Cuando tienes una buena idea te parece que será fácil de vender, un éxito seguro en el que todo el mundo va a querer participar porque llevas tanto tiempo pensándolo que no hay detalle que pueda fallar. Sin embargo, a veces olvidamos que transmitir lo que se tiene en mente es más difícil de lo que parece (un problema para todas las empresas, pero sobre todo para las tecnológicas). Por ello, hemos recopilado nuestras experiencias y vamos a hacer un repaso sobre lo que se debe y no se debe hacer en una presentación.

Uno de los mayores errores que se suele cometer es comenzar explicando cómo funciona o qué hace tu producto. Tu idea ya te parece buena, así que ahora tienes que pensar en tu audiencia y en convencerles de que les ofreces algo más que tus competidores. Cada empresario o potencial cliente tiene en mente dos cosas: cómo ahorrar dinero y cómo ganar más. Teniendo eso en cuenta, tu estrategia debe plantearse cambiando el orden de los factores y empezar deciéndoles qué vas a hacer por ellos, en qué va a beneficiarles elegirte y cómo va a reflejarse eso en sus resultados. A partir de ese momento te aseguras su interés y te prestarán más atención con lo que ya tienes la primera batalla ganada. Ahora a por la guerra.

Hacer algo bien ya no es suficiente, hay demasiadas opciones entre las que elegir y muchas empresas que pueden ofrecer el mismo servicio que tú. Necesitas tener un discurso excepcional que te haga destacar entre los demás o de lo contario nadie se acordará de ti. Convierte tu propuesta en algo personal para cada cliente y consigue que se sienta reflejado en lo que le estás contando. Su imaginación es tu mejor baza y una buena forma de lograrlo es a través de ejemplos reales o recreando una situación que le sea familiar. De esta manera se sentirá identificado con el proyecto que propones y la reunión acabará con el cliente no sólo satisfecho sino además involucrado.

Y por último recuerda no prometerle cualquier cosa a cambio de conseguir un contrato. Sé realista con tus proyecciones y asegurate de garantizar sólo aquello que puedas cumplir. El daño que un cliente insatisfecho puede hacerle a tu empresa es mucho mayor que perderlo por ser sincero.