Cuando el tamaño importa, ser pequeño puede ser una ventaja

En ocasiones nos puede parecer que en el mundo de los negocios sólo hay sitio para las multinacionales: grandes corporaciones con presupuestos ingentes en su haber y una poderosa estructura capaz de sostenerlos a través de proyectos de gran envergadura. Aquellos que son más grandes, más fuertes y ya controlan una gran parte del pastel. Sin embargo, olvidamos que en la situación económica actual la satisfacción del cliente tiene más peso que una insignia y la agilidad es una de las mayores ventajas que tienen las pequeñas empresas frente a las grandes compañías.

 

En un mundo donde cada vez se valora más la rapidez y el cambio, donde constantemente se apuesta por la última tendencia y sacar un nuevo modelo, hay que considerar que la rigidez de una gran empresa aumenta en la misma medida en que lo hace su jerarquía. La comunicación entre departamentos, la necesidad de aprobación por parte de comités o simplemente conseguir el visto bueno de un superior puede alargar cualquier proceso. En el caso contrario tenemos a la PyME, cuya capacidad de innovación es mucho mayor al no tener que pasar tantos filtros ni responsables para poder sacar adelante un proyecto. Se produce una toma rápida de decisiones, la cual facilita cambiar el plan de acción según las necesidades del cliente y adoptar resoluciones adecuadas a cada situación. Por otro lado, no hablamos únicamente de flexibilidad a la hora de responder ante un imprevisto o una petición específica, sino de la mayor capacidad de adaptación que tiene un freelance, un autónomo o una start up en lo que respecta a horarios o movilidad puesto que un equipo más pequeño – y más si se trata de una sola persona – tiene menos restricciones y dificultades para cuadrar agendas.

 

Hay una ventaja de la que aún no hemos hablado y es del trato personal que recibes cuando tratas con una empresa pequeña o un autónomo. Al ser pequeño, no pierdes de vista a la persona que está detrás de los números, te involucras de manera más personal y además el trato entre ambas empresas es más directo, creándose una estrecha relación comercial con el cliente. No hay que olvidar que una seguridad añadida para éste es que sientes una mayor responsabilidad hacia tu trabajo ya que eres tú quien tiene que lidiar con los problemas si surgen, no puedes dirigir las quejas a otro departamento. Por último, lo que más puede diferenciar a una multinacional de una compañía pequeña en este aspecto es el hecho de que a cada encargo no sólo va ligada tu credibilidad profesional, sino en gran medida tu medio de vida. Esto da a autónomos y start ups un alto nivel de motivación que los empleados de una gran empresa simplemente no sienten de la misma manera.